Dimensión episcopal de la familia
A
TODOS LOS PADRES DE FAMILIA,
A
TODOS LOS HOMBRES Y MUJERES DE BUENA VOLUNTAD:
Hoy en nuestra
patria celebramos el “Día del Padre”, esta fiesta es una gran tradición que nos
da la oportunidad de reconocer la tarea loable del padre y jefe de familia,
como diría el escritor español Juan Luis Vives: “Cuán grande riqueza es, aun
entre los pobres, el ser hijo de buen padre”, y nada mejor que poner nuestros
ojos en la sagrada escritura para contemplar, en la persona de Josué, la imagen
de un buen padre que guía con fidelidad el camino a la tierra prometida: “…Yo y mi casa serviremos a Yahvé...”(Jos
24,15).
Ante la experiencia
de destrucción en contra de la familia y del pueblo, sobre todo en sus valores,
Josué, decide, desafiando a todo el mundo y exponiéndose a la muerte, servir él
y su familia a Dios. Es cierto que en nuestro tiempo, abundan experiencias de ataque en contra de la
persona, del matrimonio y de la familia. Ataques, como los fueron en tiempos de Josué, donde el pueblo
asumió el desafío de mantenerse fiel y seguramente, porque Josué motivo y guio a su familia para servir
a Dios.
Hoy, quiero
preguntar a todos los hombres a quienes Dios les ha concedido el don de la
paternidad y a todo hombre y mujer de buena voluntad, ¿cuál es la realidad de
la figura del padre en la familia?. Parece que en los inicios del tercer
milenio el papel del padre, poco a poco va desapareciendo; debido a que ahora,
la madre, asume responsabilidades que
anteriormente eran solo del padre. Sin embargo la misión o tarea que Dios desde
siempre ha encomendado al padre de familia, es como la de Josué, de acompañar,
orientar y formar al hijo para afrontar los retos que la vida cotidiana
presenta y optar desde la libertad, por la entrega al Señor formando el corazón
de cada hijo en los valores humanos y cristianos y a los hijos queremos
decirles con las palabras de S.S. Francisco: “No se olviden de dar gracias a Dios por sus padres…”
Por otro lado, es
bien sabido, que el hombre de nuestros tiempos, en su mayoría se entrega
fácilmente a una cultura hedonista, sin embargo al igual que en el
tiempo de Josué, hoy el padre está llamado a ser testigo, guía y custodio de la
familia, como lo haría un buen padre de cualquier tiempo, teniendo presentes algunos de los signos como
lo son la fidelidad, la responsabilidad, el servicio, la generosidad y el compromiso
de guiar a los hijos con amor, ya no a la tierra prometida, sino a la casa del
Padre celestial.
Finalmente, nuestro
reconocimiento a todos los padres de México, por su entrega, por su donación y
por la vida compartida con sus hijos. Gracias por ser testigos del amor del
Padre, Dios que los bendiga, que les llene de sabiduría para cumplir con su
misión y que les de la fuerza para vivir esta bella vocación. Dios tenga,
también, en su reino a todos los papás difuntos y les conceda la recompensa a
sus trabajos y desvelos por la formación de sus hijos.
Les bendigo en
nombre de este Dios nuestro Padre e imploro sobre ustedes la intercesión de San
José y de la Santísima Virgen María.
¡Muchas felicidades por el día del Padre!
+
Francisco Javier Chavolla Ramos
Obispo
de Toluca
y
Responsable de la Dimensión Episcopal de Familia.
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