miércoles, 21 de agosto de 2013

Cuidar la economía familiar

Tuxtla Gutiérrez, Chis., 18 de agosto del 2013
B/33-13

Quiero decir una palabra ante el cuidado de la economía familiar. Precisamente porque los niños, adolescentes y jóvenes, regresan a clases, es urgente que se cuiden los recursos, es necesario que se vaya administrando todo.
La economía de un estado y de una familia, depende en gran medida de las oportunidades de trabajo, ya que éstas generan los recursos. De esta manera es importante que se cuide el trabajo, que se reconozca como una oportunidad de desarrollarse de manera integral. Sé, que muchos, en este tiempo de vacaciones han buscado ocuparse en algo para recibir algún recurso que pueden utilizar en su formación académica. Qué bueno, porque así valoran mucho más lo que han ganado con su esfuerzo.
La economía familiar puede fortalecerse cuando todos los miembros de la misma, se disponen a cuidar y aprovechar lo que se tiene. A no desperdiciar a entender y aplicar la cultura del reciclaje, aun cuando se regresa a clases, ver qué es lo que todavía se puede usar. Cuidar la salud y los alimentos; incrementar la cultura del ahorro, no solo económico sino de todo, agua, energía, tecnología, gasolina, etc; ya que esto redunda en bien de la misma economía familiar.
Ningún miembro de la familia debe ser egoísta pensando que debe despilfarrar sus recursos, aun cuando lo haya ganado con su trabajo lícito, tiene responsabilidades en la familia que debe compartir.
Por otro lado, vivimos una cultura del consumismo. Somos atacados fuertemente por la mercadotecnia que nos va creando “falsas” necesidades, y los deseos desmedidos de poseer, llegándonos a poner en crisis de identidad, ya que al no poseer aquello, viene el sentimiento de complejos de inferioridad o de minusvaloración. El compendio de la Doctrina social de la Iglesia afirma que “El fenómeno del consumismo produce una orientación persistente hacia el tener en vez de hacia el ser. El consumismo impide distinguir correctamente las nuevas y más elevadas formas de satisfacción de las nuevas necesidades humanas, que son un obstáculo para la formación de una personalidad madura. Para contrastar este fenómeno es necesario esforzarse por construir estilos de vida, a tenor de los cuales la búsqueda de la verdad, de la belleza y del bien, así como la comunión con los demás hombres para un crecimiento común sean los elementos que determinan las opciones del consumo, de los ahorros y de las inversiones. Es innegable que las influencias del contexto social sobre los estilos de vida son notables: por ello el desafío cultural, que hoy presenta el consumismo, debe ser afrontado en forma más incisiva, sobre todo si se piensa en las generaciones futuras, que corren el riesgo de tener que vivir en un ambiente natural esquilmando a causa de un consumo excesivo y desordenado (360).
También es necesario fortalecer la prudencia, porque en la fascinación que dan los sistemas de crédito, puede gastarse más de los que se posee. Si se han proliferado las casas de empeño y prestaciones es porque cada vez alcanza menos para pagar, y en la desesperación se terminan pagando más intereses.
La mejor manera de afrontar la realidad económica es la de cuidar los recursos, la cultura del ahorro y del reciclaje. La familia puede ponerse la norma de aprovechar e ir creando en la conciencia de los más jóvenes a no crearse falsas necesidades o de apariencia.
+Fabio Martínez Castilla
II Arzobispo de Tuxtla

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