DOMINGO XXI “C”
“ESFUÉRCENSE EN ENTRAR POR LA PUERTA , QUE ES ANGOSTA”.
Lc 13,22-30
Mons. Fabio Martínez Castilla
II Arzobispo de Tuxtla
Alguien le preguntó a Jesús: “Señor,
¿es verdad que son pocos los que se salvan? La respuesta del Señor Jesús no
pone su fuerza en el número de los que se salvan, si son pocos o si son muchos,
sino en lo que todos tenemos que
hacer para salvarnos. Podemos decir
que el Señor Jesús hace notar dos cosas esenciales:
a).- No es fácil alcanzar la Salvación. La salvación es algo muy serio que implica esfuerzo constante.
b).-
No hay lugares reservados, ni
se puede entrar de cualquier forma, a tu manera.
La liturgia de hoy
proclama ante todo la Universalidad de la Salvación , todos somos llamados a la salvación,
a participar en el gran banquete de la casa del Padre. Ya el profeta Isaías nos
dice en la primera lectura (Is 66,18-21) que el Señor vendrá para reunir a las
naciones de toda lengua, y que enviará mensajeros hasta los países más lejanos
para dar a conocer su nombre a las naciones. El Señor Jesús en el Evangelio de
hoy de San Lucas nos dice: Vendrán muchos del oriente y del poniente, del norte
y del sur, y participarán en el banquete del Reino de Dios. Preguntémonos: ¿Nos interesa en serio la salvación? hagamos lo que nos dice el
Señor, ¿qué nos pide Dios hoy en su Palabra?:
1.-
Esfuércense en entrar por la puerta, que es angosta.
Debemos
tomar en serio nuestra vida cristiana, no juguemos con Dios ni con
nuestra salvación pensando que por estar
bautizados y por cumplir con ciertas prácticas religiosas ya estamos
salvados cuando en verdad nuestra vida está por otro lado viviendo a la ancha
de nuestras comodidades, caprichos, intereses y placeres. Ni desesperación ante la puerta estrecha de salvación ni presunción de
creernos los ya salvados. Recordemos lo que dice el Señor: Ustedes se
quedarán fuera y se pondrán a tocar la puerta, diciendo: Señor, ábrenos. Pero Él les responderá: No sé quiénes son ustedes.
Apártense de mí todos ustedes los que hacen el mal. Que no pase esto con
nosotros. No hay lugares reservados… Entremos por la puerta angosta.
2.-
Hijo mío, no desprecies la corrección del Señor… Porque el Señor corrige a los
que ama… Soporten, pues, la corrección. La carta a los Hebreos nos exhorta a aprovechar la prueba y la
corrección para robustecer nuestras
manos cansadas y vacilantes, crecer en el amor y en frutos de paz y santidad
para bien de la comunidad. El camino no
es fácil y el desaliento puede tocar a nuestra puerta ante las dificultades y
las pruebas; por esto es muy importante que aceptemos los momentos de
prueba como una llamada del Señor a la conversión, a corregirnos para crecer en
su amor. Experimentar la fidelidad y el
cariño de Dios en la prueba es muy necesario en el hombre de fe porque es en la
cruz donde nos parecemos más a Jesús.
3.-
Somos responsables de nuestra salvación y de la salvación de los otros.
Como dice el profeta Isaías, nosotros somos mensajeros del Señor hasta los
países más lejanos y las islas más remotas. Nuestra misión es ser luz y sal en medio del mundo, fermento dentro
de nuestra sociedad, por esto cantamos en el salmo: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio”. Nuestra fe se
fortalece cuando se comparte con los demás. “Aquel que se da a los otros, está salvado.”
No lo olvidemos nunca: Solo hay una puerta de
salvación y es angosta: Jesucristo, nuestro camino, verdad y vida. San Pablo en
su carta a los Filipenses 2,12 nos dice:
Trabajen con temor y temblor, (con sumo
cuidado, con todo empeño) por su salvación. Esforcémonos en entrar por la
puerta, que es angosta
M. Unamuno antes de fallecer hizo esta oración:
Alarga la puerta, Padre, porque no puedo
pasar. La hiciste para los niños, y yo crecí, para mi pesar. Si no me alargas la puerta, disminúyeme, por piedad; regrésame
para aquella edad en que vivir era soñar.
No
busquemos ni ventanas, ni puertas anchas. Trabajemos en serio por nuestra
salvación creciendo en comunidad como personas que damos cada día mejores frutos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario