Y USTEDES, ¿QUIÉN DICEN QUE SOY YO?
Lc 9,18-24
Mons. Fabio Martínez C.
II Arzobispo de Tuxtla Gutiérrez
La pregunta máxima
de la que depende nuestra felicidad en esta vida y en la otra es la que nos
presenta el Evangelio: Y ustedes, ¿quién
dicen que soy yo? Jesús nos quiere interrogar hoy a nosotros como interrogó
a sus discípulos, es una pregunta que exige una respuesta vital, es decir que
involucra toda nuestra vida. Por esto San Francisco de Asís decía: Nosotros somos lo que Jesús es en nuestra
vida.
Esto nos invita a hacer una revisión de nuestra vida
toda para ver cuál es el lugar que en
verdad le estamos dando a Jesús en nuestra vida, recordemos que por
nuestros frutos seremos conocidos. ¿Qué
estamos diciendo de Jesús con nuestra manera de vivir?
La esencia de nuestra vida cristiana es nuestra
identidad con Cristo. Esto es lo que
San Pablo llama: Un Revestirse de Cristo que iniciamos en el Bautismo pero que
debemos ir acrecentando hasta poder exclamar: Vivo yo pero no soy yo, es Cristo
que vive en mí.
Nuestra identidad
con Cristo exige de nosotros según el evangelio de hoy, tres cosas
fundamentales:
a).- La experiencia del encuentro con Cristo en ese
permanente responder con nuestra vida al ¿quién soy yo para ustedes? Es nuestra
manera de vivir que debe hablar de quién es Jesús para nosotros. Cuando alguien
se ha encontrado con Cristo es la vida la que habla porque ama.
b).- Aceptar el camino de Jesús que es la Cruz
que lleva a la resurrección. El Misterio Pascual de Cristo es la luz para
nuestro caminar cotidiano tan lleno de pruebas y dolores pero más allá de todo
sufrimiento está la victoria final de la resurrección.
c).- El Seguimiento de Jesús: “SI alguno
quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y
me siga. Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero
el que la pierda por mi causa, ése la encontrará.” ¿Qué significa en lo concreto de mi vida estas exigencias que Jesús
pone para seguirlo?
Mis hermanos ante la
pregunta del Señor Jesús: Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo? el salmista nos
invita a una actitud que nos lleva al encuentro: “Señor, mi alma tiene sed de ti”.
Tener sed de Dios es ir a la
fuente de agua de vida que es Él. ¿Nosotros
de qué o de quién tenemos sed? Parece que en nuestro mundo ante la sed que
todos tenemos de felicidad, se está
dejando de ir a la fuente que es Dios
para ir a beber en los charcos que nos destruyen y esclavizan. Lo cierto es que
todos tenemos sed, el problema es:
¿dónde bebemos?.
Cada Eucaristía es
un encontrarnos con Jesús, fuente de vida, el único que sacia nuestra sed y que
en cada comunión nos busca y nos pregunta ¿quién soy yo para ti? Aprovechemos
nuestra celebración para renovar con
entusiasmo nuestra respuesta, nuestro Si a Jesús, conscientes de que
seguirlo exige el dinamismo amoroso de la cruz y resurrección.
Quiero invitarles a
una tarea o ejercicio de vida cristiana para esta semana: Revestirnos de Cristo.
Toda nuestra vida,
nuestro comportamiento, pensar, sentir y actuar debe ser al estilo de Jesús. Continuemos fortaleciendo nuestra fe
para que nuestras alegrías y nuestros problemas procuremos vivirlos como
hombres y mujeres que creemos, celebramos y compartimos el amor de Dios por
nosotros.
Somos familia de
Dios, una comunidad que tiene sed de
felicidad y de contribuir para que todo sea mejor desde nuestros corazones y
nuestras familias y por esto, necesitados del amor de Dios, hacemos como
nuestra la invocación del salmo para elevar nuestra oración de esta semana: “Señor, mi alma tiene sed de Ti.”
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