MENSAJE DE LA CEM EN OCASIÓN DEL DÍA DEL MAESTRO
México, D.F., 15 de mayo de 2013
B. 31 / 2013
El 15 de mayo, desde 1918, celebramos en México el día del Maestro y de la Maestra, fecha que nos lleva a reflexionar en la importancia vital de la educación y en la gran misión de quienes ejercen el magisterio.
La Iglesia siempre ha valorado la educación, como lo muestra la labor educativa desplegada por clérigos, personas consagradas y laicos a lo largo de los siglos. En el caso de nuestra patria, ya en el siglo XVI fray Juan de Zumárraga fundó la Universidad de México, y muchos sacerdotes y religiosos se entregaron a la educación de los indígenas y la enseñanza superior estableciendo, por ejemplo, el colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco en 1533.
En fechas recientes, los obispos de México publicamos el documento “Educar para una nueva sociedad” (2012), en el que, manifestando nuestra preocupación ante algunos rezagos geográficos, económicos y culturales, y ante la realidad educativa del país, frecuentemente sometida por intereses económicos, ideológicos, políticos o gremiales, ofrecemos una propuesta educativa concreta, que parte de la concepción de la persona humana como una realidad irrepetible e insustituible, hombre o mujer, en unidad de cuerpo y alma, capaz de comprender, de amar, de relacionarse con el universo y darle sentido, abierta a la realidad histórica y creadora de cultura, y cuyo atributo principal es su dignidad y derechos, desde el inicio de su vida hasta su muerte natural.
La esencia de la educación es formar e impulsar a la persona para que logre el desarrollo de su conciencia y alcance la madurez de su ser, gracias a la integración armónica de sus capacidades. Es perfeccionar al ser humano a través de la adquisición de virtudes que enriquecen a la propia persona, al mundo y a los demás. Es introducir a la totalidad de los factores que integran la realidad, descubriendo su significado último y valorando cada uno en su justa dimensión.
Para enfrentar la emergencia educativa actual es indispensable recuperar la centralidad de la persona, asegurar una educación integral y de calidad para todos, educar en la verdad y en la libertad para promover la paz, reconocer el papel fundamental de la familia, lograr que la escuela y los maestros encuentren caminos para el cumplimiento de su misión, propiciar que los medios de comunicación sean instrumentos y no fines, promover la colaboración de gobierno y sociedad para una nueva acción educativa y formar a los formadores. Por nuestra parte, ofrecemos como Iglesia hacer de toda instancia eclesial y de toda acción pastoral un servicio educativo.
Conscientes de la importancia de la educación, podemos afirmar que la vocación del magisterio es una de las tareas más nobles al servicio de la humanidad. Los maestros, con su entrega de cada día como amigos y compañeros en el camino del ser y del saber, son constructores de la sociedad. La tarea educativa no es fácil; pero el ejemplo de grandes maestros y maestras, como Estefanía Castañeda (1872-1937), Moisés Sáenz Garza (1888-1941), y José Vasconcelos (1881-1959), son impulso para las y los docentes de hoy.
En este día, reconocemos la labor de aquellos maestros y maestras que, con su entrega de cada día, colaboran en la construcción de un México mejor. A todos ellos, les hacemos llegar una felicitación y nuestra gratitud, invitándoles a seguir adelante en esta importante misión, procurando su propia formación continua y el ejercicio digno y respetuoso de su profesión, procurando hacer de su vida testimonio de todo aquello que es auténticamente humano.
¡Muchas felicidades!
Por los obispos de México.
+Cardenal Francisco Robles Ortega
Arzobispo de Guadalajara
Presidente de la CEM
+Mons. Eugenio Lira Rugarcía
Obispo Auxiliar de Puebla
Secretario General de la CEM
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