domingo, 30 de junio de 2013

Observador Eclesial 30-06-2013

EL SEGUIMIENTO – DISCÍPULADO
Lc 9,51-62
Mons. Fabio Martínez Castilla
II Arzobispo de Tuxtla

En el Evangelio de este domingo se nos presenta a Jesús con sus discípulos camino a Jerusalén. Ir a Jerusalén tiene un significado profundo en la vida de Jesús para nuestra salvación: JESÚS HA DECIDIDO DAR CUMPLIMIENTO A LA VOLUNTAD DEL PADRE. Es la hora de su Pasión, Muerte y resurrección para que tengamos vida plena.
El Evangelio de hoy nos presenta su mensaje en dos puntos importantes para nuestro caminar cristiano:
            a).- Cuál debe ser la reacción del discípulo ante quienes se oponen al mensaje o a la persona de Jesucristo.
            b).- Nos presenta los posibles pretextos que los hombres ponemos a las exigencias del seguimiento al Señor.
            a).- En este caminar hacia Jerusalén, Jesús y sus discípulos no son acogidos por los Samaritanos, son rechazados y por esto Juan y Santiago quieren hacer llover fuego sobre ellos. Pero Jesús los reprendió porque el discípulo nunca debe reaccionar con violencia aún cuando fuera rechazado. Aquí encontramos un gran mensaje para todos nosotros ante la situación de violencia que vivimos, ya que la violencia nunca será la respuesta adecuada a la violencia: El discípulo, el verdadero creyente, el seguidor de Jesús tendrá que evitar cualquier tipo de violencia, incluso ante el rechazo de los demás.
            b).- Camino a Jerusalén se presentan tres posibles discípulos, es bueno diferenciar que el primero y el tercero se dirigen a Jesús porque quieren seguirlo, en cambio el segundo es el mismo Jesús quien lo invita.
.-El primero le dice a Jesús: “Te seguiré a dondequiera que vayas”. Expresión muy interesante que refleja una gran disponibilidad, y por esto Jesús le aclara que la cosa es muy seria pues seguirlo es meterse a un camino de Inseguridad que sólo puede vivirse desde la fe, con una confianza total en el Señor que es la verdadera seguridad. Las zorras tienen madrigueras y los pájaros, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en dónde reclinar la cabeza. El discípulo además de querer entregarse, de estar siempre disponible y de confiar en sí mismo, deberá confiar y abandonarse en el Señor su única seguridad.
.- El tercero que se ofrece para seguir a Jesús, le dijo: “Te seguiré, Señor; pero déjame primero despedirme de mi familia”. Fijémonos en ese PERO PRIMERO DÉJAME…, El discípulo no debe poner PEROS al Señor, es el Señor Jesús quien pone las condiciones y no nosotros. Por esto el Señor Jesús inmediatamente le contestó: “El que empuña el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios”. El discípulo es el que mira hacia delante sin perder el rumbo para abrir bien el surco pues aún hay mucho que sembrar.
.- El segundo fue invitado por Jesús a seguirlo: “Sígueme”. Su respuesta fue un poner condiciones previas: “Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre”. Esto refleja un deseo de cumplir primero con sus cosas y después se ocuparía de las del Señor. Primero sigo mi camino y que sea el Señor que se ajuste a mi camino, el hoy es para mí y el mañana es para Dios; es el querer ser discípulo de Jesús sin serlo en verdad porque mi vida está organizada según mis criterios y no según la voluntad de Dios.

Hoy el Señor nos invita a Seguirlo, a ser sus discípulos que no le ponemos pretextos; no más “peros, ni más mañanas”, sino que estamos disponibles a buscar en todo su voluntad, mirando siempre hacia delante y organizando nuestra vida según los criterios del Evangelio porque como dice San Pablo a los Gálatas: Nuestra Vocación es la libertad. Libertad que nos hace servidores, Discípulos que nunca reaccionamos con violencia ante las dificultades y rechazos sino con misericordia. Por esto cantamos con el salmista: “Enséñanos, Señor, el camino de la vida”. 

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