domingo, 26 de mayo de 2013

Peregrinación de la Provincia de Chiapas a la Basílica de Guadalupe


Mons. Fabio Martínez Castilla

Mis queridos hermanos y hermanas: Gracias por estar aquí en casa de Mamá y que hoy fiesta de la Santísima Trinidad, todo en nuestra vida sea en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Estamos aquí porque nos trae el amor de la Madre, somos hijos que necesitamos del calor, la protección, el consuelo y el ánimo que nos da nuestra Madre del Cielo. Venimos movidos por el Espíritu Santo que Dios ha infundido en nuestros corazones, para vivir juntos en esta casa de todos, el abrazo de nuestra Madre, que nos hace renovar nuestro sí a su Hijo Jesús y nuestra fraternidad solidaria. Es un peregrinar de fe que le da sentido a toda nuestra vida personal, familiar, parroquial, diocesana y provincial no se trata de decir únicamente que creemos en Cristo sino de vivir como cristianos que seguimos las huellas del Señor Jesús que pasó por este mundo haciendo el bien.

María, nuestra Madre, es la Mujer Trinitaria que nos enseña a vivir y a gozar el amor trinitario porque Ella es hija del Padre, la mujer que siempre buscó y cumplió la voluntad del Padre; Ella es la Esposa del Espíritu Santo, la llena de Él, todo en Ella es obra del Espíritu Santo; y Ella es la Madre del Hijo de Dios, de Jesús, nuestro Rey y Señor, la mujer que supo llevar en su seno y darnos al salvador. María, sale a nuestro encuentro en este día, por una parte, para ser nuestra maestra en el gozo del amor trinitario, misterio que vamos entendiendo en la medida que lo vivimos y nos dejamos envolver por él.

Mis hermanos, vengo por primera vez con ustedes como arzobispo  para que juntos pongamos nuestro caminar provincial de Chiapas con sus alegrías y dificultades, con nuestros sueños y retos, bajo el manto de nuestra madre. Quiero invitarles a saborear el amor de nuestra Madre en el: “Acaso no estoy yo aquí que soy tu Madre.”


Hoy como el Apóstol San Juan queremos llevarla de nuevo a nuestra casa y así como San Juan ocupó el lugar de Jesús en el cuidado de su Madre, también nosotros queremos hacer lo mismo: “ Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa.”Jn 19,27. Nuestro corazón es la casa, la nueva Basílica, donde María vive y reina. Mis hermanos, con un corazón donde reina el amor Trinitario, continuemos nuestro caminar provincial de discípulos misioneros, con la confianza del hijo en brazos de su madre para que todo en nuestra vida sea en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Nuestra Morenita del Tepeyac, Ruega por nosotros. Así sea. 

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