Ojalá este año sí demos frutos
“Hace ya tres años que vengo a
buscar fruto en esta higuera y no la encuentro. ¡Córtala! ¿Por qué ha de ocupar
terreno inútilmente? El viñador le respondió: ‘Señor, déjala todavía este año;
removeré la tierra y le echaré abono, para ver si comienza a dar fruto; si no
lo da, entonces la cortarás’” (Lc 13, 1-9)
Mons. Rogelio Cabrera
López
El tercer domingo de cuaresma,
nos presenta la oportunidad de volver, una vez más, nuestra mirada a la
voluntad de Dios.
En primer lugar se nos dice que
el Señor llevaba ya tres años buscando frutos y no encontraba. Esto nos debe
llevar a un análisis de conciencia sobre los frutos de paz, amor y solidaridad
que hemos dado, ya que no sólo han sido tres años sino quizás más los que el
Señor ha venido a nuestro encuentro. Sería lamentable que a estas alturas no
encontrara esos frutos que desea.
Sin embargo, y a pesar de que en muchas ocasiones hacemos
caso omiso al dueño de la viña, existe un viñador que intercede con amor por
nosotros: “Señor, déjala todavía este
año”. Pero no sólo pide, sino que se compromete; “removeré la tierra y echaré abono”. No es tarea fácil que aquella
higuera dé fruto, pero hay esperanza, y sobre todo compromiso. Nuestro Señor
Jesucristo en su grande amor por la humanidad se presenta como el que da la
vida en bien de todos, porque el deseo es que “todos los hombres se salven y
lleguen al conocimiento de la verdad”.
Si cada uno de nosotros se
convirtiera, también, en aquel viñador que tiene esperanza de que se den
frutos, cuántos padres de familia, removerían la tierra y abonarían la vida de los
hijos; o cuántos hermanos, se comprometerían a apoyar fraternalmente; los
verdaderos amigos estarían pendientes de echar la mano. A nivel de nuestras
comunidades, habría compromiso por anunciar el Reino de Dios. En una palabra,
conseguiríamos “conversión”, personal y comunitaria. Eso es lo que Dios quiere,
que nos volvamos a él. Que nos apasionemos por los frutos del Reino de Dios.
Que no estemos delante de la vida como aquellos que sólo ven y critican.
De hecho, al inicio del
Evangelio, el Señor Jesús, hace caer en la cuenta a sus discípulos que lo que ha
acontecido como algo lamentable, no es castigo porque fueran más pecadores;
pero sí les dice, ustedes si no se convierten perecerán de igual manera, por
criticar.
Esta cuaresma, es una oportunidad
más que el Señor nos da, para dar frutos, sería muy triste que se dijera de
nosotros, “¡córtala! ¿Para qué ocupa el
terreno inútilmente?”, no desperdiciemos nuestra vida, no seamos mediocres
en la fe; no pensemos que estamos dando lo suficiente, es el momento de
ponernos delante de Dios y de nosotros mismos para analizar nuestros frutos.
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