“Cuando los discípulos
vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: ‘La paz esté
con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo’. Después de
decir esto sopló sobre ellos y les dijo: ‘Reciban al Espíritu Santo’”. (Jn
20, 19-31)
Mons. Rogelio Cabrera
López
Hemos terminado la octava de
pascua, y aun, prolongaremos la alegría de la Resurrección hasta Pentecostés.
Reflexionamos en estos días que
la Resurrección le da sentido a nuestra vida cristiana, que debemos dar el paso
de nuestra antigua situación a una vida nueva.
El texto de hoy nos dice que los
discípulos estaban llenos de miedo y por esa razón permanecían encerrados. Esta
actitud sigue prevaleciendo en nuestros días ya que nosotros también podemos
tomar la actitud de encerrarnos y quedarnos como inertes, sin sentido, sin
vida.
Cristo se presenta en medio de
ellos para darles ánimo, es decir, para darles el Espíritu. Con el imperativo:
“la paz esté con ustedes”, les vuelve a dar el sentido, a lo que se había
perdido en ellos, ya no tenían la esperanza, la fe tambaleaba, sólo les quedaba
la incertidumbre y el temor. Cristo presente en medio de ellos, los empuja a
seguir; les hace partícipes del perdón y los vuelve apóstoles: “así también los envío yo”. Pero les
advierte que no van solos, va con ellos el Espíritu Santo.
El gesto de soplar, remonta hasta
los orígenes, cuando en el génesis, se dice que Dios sopló en las narices del
hombre el soplo de vida. Así ahora, esperamos el soplo del Espíritu Santo,
para ser hombres y mujeres nuevos, con
vida verdadera, con vida de plenitud.
Cristo ha realizado grandes obras
por nosotros y, debemos reconocer su presencia, pero puede pasarnos como a
Tomás que, aun siendo testigo de lo que Cristo les había dicho, pone en duda el
testimonio de sus compañeros.
La fe de muchos se ha quedado
solo en lo que se demuestra, se le ponen trabas a Dios, trueques o pruebas. La
fe, es la certeza de las realidades que no alcanzamos a ver con nuestros ojos,
pero contemplamos sus efectos. Una fe, que constata todo, en realidad ya no es
fe. Por eso el mismo Jesús dice: “Tú
crees porque has visto, dichosos los que creen sin haber visto”.
Hoy, también, somos enviados por
Cristo para anunciar la alegría de la presencia de Dios en medio de nosotros,
un Dios que está vivo. Que su presencia se hace evidente en el perdón, en la paz, en el amor. Y cuando somos capaces
de acercarnos a la comunidad para fortalecer la fe es mucho mejor, lejos de la
comunidad, será más difícil constatar y ver a Jesús.
Pero la fe es compromiso. Jesús
Resucitado, nos sigue mostrando los agujeros de los clavos en sus manos y el
costado abierto, en tantos hermanos que padecen las injusticias, en tantos
hermanos que son presas del odio, del rencor y venganzas, que no consiguen
hacer patente el perdón, en quienes desalentados pierden la fe y la esperanza,
y que confundidos se alejan de Dios.
Hoy Cristo, nos dice una vez, más
“la paz esté con ustedes”. Háganla
propia y vivan así.
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