martes, 12 de marzo de 2013

Mensaje CEM por inicio del Cónclave



MENSAJE DE LA CONFERENCIA DEL EPISCOPADO MEXICANO CON OCASIÓN DEL INICIO DEL CÓNCLAVE: 12 de marzo del 2013


Hermanas y hermanos:
En este Año de la Fe, en el marco del tiempo cuaresmal, hoy 12 de marzo de 2013, 115 cardenales electores se reúnen para dar inicio al Cónclave, en el que habrán de pedir a Dios las luces necesarias para que, mediante la oración, la reflexión y el diálogo, puedan descubrir al que el Señor ha elegido para ser el nuevo Sucesor de san Pedro.


Al inaugurar solemnemente su ministerio petrino, el ahora Papa emérito Benedicto XVI, recordando el Cónclave en el que resultó elegido, dijo: “¿Cómo 115 obispos, procedentes de todas las culturas y países, podían encontrar a quien Dios quería otorgar la misión de atar y desatar? Una vez más, lo sabíamos; sabíamos que no estamos solos, que estamos rodeados, guiados y conducidos por los amigos de Dios” (Homilía en la inauguración solemne del Pontificado, 24 de abril de 2005).


Quienes hemos recibido el gran don de la fe, sabemos que la elección del Papa, aún contando con la mediación humana, está en última instancia en manos de Dios; Él fue quien reveló la identidad de Jesús a Simón para que confesara: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”, entonces el Señor declaró: “Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mt 16,13-18).


Meditando en estas palabras, san Juan Crisóstomo comenta: “Cristo da a Pedro lo que a sólo Dios compete, es decir, el perdonar los pecados y hacer inmutable a la Iglesia en medio de tantas tempestades, persecuciones y tentaciones (homiliae in Matthaeum, 54,2).


La Constitución Apostólica Universi Dominici gregis, recuerda que en este tiempo la Iglesia está unida a los cardenales electores, pidiendo a Dios un nuevo Papa, como don de su bondad y providencia (cfr. n. 84). Con esta conciencia, la Conferencia del Episcopado Mexicano invita a las y a los católicos de México, así como a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, a unirnos en oración, rogando al Señor que, por intercesión de Santa María de Guadalupe, nos conceda un nuevo Pontífice según su voluntad, a quien ya desde ahora expresamos nuestro amor, respeto, obediencia y fidelidad.


Por los obispos de México:


+ Javier Navarro Rodríguez    

Obispo de Zamora             
Vicepresidente de la CEM  
                      
+ Eugenio Lira Rugarcía
Obispo Auxiliar de Puebla
Secretario General de la CEM 




CÓNCLAVE MARZO 2013

El martes 12 de marzo comenzará el Cónclave para la elección del nuevo Papa, regido por las constituciones apostólicas “Universi Dominici Gregis” (UDG) y “Normas Nonnulas” (NN), en las que se determina que la forma de elección del Papa es únicamente por escrutinio. Para la validez de la elección se requieren los dos tercios de los votos (UDG, 62).


El 12 marzo a las 10:00 hrs en la Basílica de San Pedro, los cardenales electores celebrarán la Misa "Para la elección del Pontífice”, presidida por el cardenal Decano Angelo Sodano. A las 15:45 hrs se trasladarán de la Casa “Santa Marta” a la Capilla Paolina. De ahí, a las 16:45 hrs irán en procesión a la Capilla Sixtina, donde harán el juramento de secreto y se pronunciará el “extra omnes”. Luego de la meditación del cardenal Prosper Grech, procederán a la primera votación. A las 19:00 hrs rezarán las vísperas y regresarán a la Casa “Santa Marta”. A partir del 13 celebrarán la Misa a las 8:15 hrs en la Capilla Paolina. Ingresarán a la Capilla Sixtina a las 9:00 hrs, rezarán la Hora media y procederán a la votación. A las 12:30 hrs regresarán a la Casa “Santa Marta”. A las 16:00 hrs volverán a la Capilla Sixtina, rezarán y reanudarán la votación hasta las 19:00 hrs. Excepto el primer día, cada día habrá 4 votaciones: 2 por la mañana y dos por la tarde.


Las “fumatas”, que indican si la votación ha sido positiva o negativa, se producen con la quema de las papeletas de la votación final de la mañana o de la tarde (hacia las 12:00 hrs y hacia las 19:00 hrs). Si la elección se produjese en una votación intermedia, la fumata saldría a mitad de la mañana o de la tarde.


La papeleta en la que emitirán su voto los 115 Cardenales electores ha de llevar escritas en la mitad superior las palabras: Eligo in Summum Pontificem, en la mitad inferior debe dejarse espacio para escribir el nombre del elegido (UDG, 65).


Cada Cardenal elector, doblada la papeleta y teniéndola levantada, la lleva al altar, delante de los Escrutadores, y pronuncia en voz alta: Pongo por testigo a Cristo Señor, el cual me juzgará, de que doy mi voto a quien, en presencia de Dios, creo que debe ser elegido. Deposita la papeleta en el plato y con éste la introduce en la urna (UDG, 66). Si hay Cardenales electores enfermos en sus habitaciones de la Casa “Santa Marta”, tres Infirmariirecogen su voto en una urna cerrada (UDG, 67).


Los Escrutadores hacen la suma de los votos que cada uno ha obtenido y queman las papeletas. En el caso de que se debiera proceder inmediatamente a una segunda votación, las papeletas de la primera votación se quemarán junto con las de la segunda votación. También se quemarán los escritos de los Cardenales relativos al resultado de cada escrutinio (UDG, 70 y 71).


Luego de tres días de escrutinios sin resultado positivo, se hace pausa de un día para orar, reflexionar y dialogar, y se reanudan las votaciones. Si después de siete escrutinios no ha tenido lugar la elección, se hace otra pausa de oración, de coloquio y de exhortación. Se procede a otra serie de siete escrutinios. Si no se ha llegado a un resultado positivo, se dedicará un día a una pausa de oración, de coloquio y de exhortación. Después siguen otras siete votaciones. Si las votaciones no tuvieran resultado positivo al llegar al undécimo día y el 34º escrutinio, se procederá a votar por los dos candidatos con el mayor número de votos, quienes no podrán votar. Resultará elegido el que obtenga los dos tercios de los votos (UDG, 74 y 75; NN).


Los Cardenales electores, para garantizar una mayor libertad, no tendrán contacto con el mundo exterior. Han de abstenerse de toda forma de pactos u otros compromisos que los puedan obligar a dar o negar el voto a uno o a algunos. No deberán dejarse llevar por simpatías o aversiones, ni influencias o presiones. Antes bien, teniendo presente únicamente la gloria de Dios y el bien de la Iglesia, después de haber implorado el auxilio divino, han de dar su voto a quien, incluso fuera del Colegio Cardenalicio, juzguen más idóneo para regir con fruto y beneficio a la Iglesia universal (UDG, 81 y 83).


Mientras se desarrolla la elección del Papa la Iglesia está unida con los Pastores y especialmente con los Cardenales electores y pide a Dios un nuevo Papa. De esta manera, la elección del nuevo Pontífice será, en cierto sentido, una acción de toda la Iglesia. En todas las ciudades y poblaciones se debe orar al Señor (cf. Mt 21, 22; Mc 11, 24), para que ilumine a los electores y se alcance una pronta y fructuosa elección, como requiere la salvación de las almas y el bien de todo el Pueblo de Dios (UDG, 83).


Se pide al que sea elegido que no renuncie al ministerio al que es llamado por temor a su carga, sino que se someta humildemente al designio de la voluntad divina, confiando en que Dios lo sostendrá (UDG, 86).



ACEPTACIÓN, PROCLAMACIÓN E INICIO

DEL MINISTERIO DEL NUEVO PONTÍFICE


Realizada la elección canónicamente, el Cardenal Decano, o el primero de los Cardenales por orden y antigüedad, en nombre de todo el Colegio de los electores, pregunta al elegido: ¿Aceptas tu elección canónica para Sumo Pontífice? Y, una vez recibido el consentimiento, le pregunta: ¿Cómo quieres ser llamado? (UDG, 87).


Después de la aceptación, el elegido que ya haya recibido la ordenación episcopal, es inmediatamente Obispo de Roma, Cabeza del Colegio Episcopal, y adquiere la plena y suprema potestad sobre la Iglesia universal. Si el elegido reside fuera de la Ciudad del Vaticano, se le llamará en secreto, según las normas del Ordo rituum Conclavis. Si no tiene el carácter episcopal, será ordenado Obispo inmediatamente por el Decano del Colegio de los Cardenales o, en su ausencia, por el Vicedecano (UDG, 88. 90).


Los Cardenales electores expresarán su respeto y obediencia al neoelegido Sumo Pontífice. Dan gracias a Dios, y el primero de los Cardenales Diáconos anuncia al pueblo la elección y el nombre del nuevo Pontífice, el cual inmediatamente después imparte la Bendición Apostólica Urbi et Orbi desde el balcón de la Basílica Vaticana (UDG, 89).


El Cónclave se concluirá inmediatamente después de que el nuevo Papa haya dado el consentimiento a su elección, salvo que él mismo disponga otra cosa. (UDG, 91). El Pontífice, después de la solemne ceremonia de inauguración del pontificado y dentro de un tiempo conveniente, tomará posesión de la Patriarcal Basílica Lateranense (UDG, 92).

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